Desarrollo de personas

Levanta la mano. ¿Algo no te gusta? Levántala, dilo, no te quedes callado. Habla, pero no para destruir, sino para construir, para mejorar. Deja de quejarte y empieza argumentar, a sumar. ¿Que no te hacen caso? Es normal. ¿Qué esperabas, que el mundo se inclinara ante cada cosa que digas? La vida es mucho más interesante que eso. Te pondrá a prueba, te desafiará para ver cuánto realmente lo quieres. ¿Vas a desistir o vas a seguir intentándolo? Levanta la mano si ves un ambiente tóxico, si sientes que otros intentan imponer miedo para controlar. No te quedes en silencio. Habla, porque necesitamos escuchar tu versión. Levanta la mano. Cuando sientes que solo recibes críticas, cuando parece que nada de lo que haces es suficiente, ¡levanta la mano! Pero no para quejarte, sino para romper el ciclo. Empieza tú a reconocer a tus compañeros, a tus líderes, a las personas a tu alrededor. Agradece sus esfuerzos, por pequeños que sean, porque lo que das, eventualmente, vuelve. No te quedes en silencio, no bajes la cabeza aceptando que esa dinámica negativa es “normal”. Levanta la mano y cambia la conversación. Reconocer el trabajo de otros no te hace débil, te hace líder. Un líder que inspira, que transforma el entorno con acciones sencillas pero poderosas. No les des la razón quedándote callado. Si quieres un ambiente diferente, empieza tú a sembrarlo. Porque a veces, levantar la mano no es solo hablar: es el primer paso para cambiar las cosas. ¿Crees que no es tu asunto? ¿Que no ganas nada? Recuerda: eres tú quien se acuesta cada noche con tus pensamientos, tus remordimientos o tu tranquilidad. La vida no va de lo que logras, sino de en quién te conviertes. Levanta la mano y empieza a actuar. Sé productivo, sé proactivo, toma la iniciativa. El líder de tu vida no está en tu empresa, ni en un cargo superior. Siempre has sido tú. Así que, si trabajaras para ti, ¿qué harías? ¿Seguirías callando, tratando de no hacer demasiado ruido? ¿O levantarías la mano para marcar una diferencia? Levanta la mano, porque aún hay mucho por hacer, mucho por cambiar. Y ese cambio empieza contigo. ¿Te atreves?

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Que opinas?

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¿Y tu salario es realmente bueno? Y no me refiero solo al salario económico. Hablo de la paz que te da tu trabajo, el equilibrio que logras, lo útil y productivo que te sientes, lo que realmente te apasiona, lo que disfrutas o lo que, por el contrario, te pesa. Hablo de si te alcanza para tener la vida que realmente deseas, no la que otros te dicen que necesitas, sino aquella que tú realmente quieres vivir. Es hora de empezar a sumar otras variables a nuestra idea de salario, no solo las económicas. Hoy en día, trabajar por dinero es solo una parte del panorama. Te puedo asegurar que mi mejor “salario” no es cuando una multinacional me contrata para un proyecto de formación anual para sus gerentes, ni cuando hago mentoring a alguien que se siente perdido y necesita encontrar su camino más auténtico. Mi mejor “salario” es cuando las cuatro variables que componen mi salario emocional y económico están equilibradas y alineadas: 1. Sentirme libre 2. Equilibrio entre vida personal y profesional 3. Libertad financiera 4. Aporte de valor (propósito) ¿Y tú, cómo defines un buen salario? ¿En qué variable sientes que necesitas mejorar? Recuerda, estas son solo mis cuatro variables. Hay muchas otras, y este es un ejercicio subjetivo, donde cada uno debe reflexionar según sus propios valores y necesidades. ——————————————— Mentor, Formador, apasionado por la vida y por encontrar nuestro ritmo y nuestra coherencia, si esa es tu búsqueda, contáctame y encontremos tu ritmo juntos ——————————————— Dale a la 🔔 y sígueme si te gusta el contenido

¿Te has preguntado si estás realmente centrado (integrado) en tu vida? El Eneagrama nos muestra cómo cada eneatipo se descentra (desintegra) y cómo podemos volver a nuestro centro. Como eneatipo 7, cuando estoy centrado, me siento optimista, pleno y disfruto del momento presente. En este estado verde, también adopto cualidades del eneatipo 5 (como se ve en la imagen) como la introspección y la conexión con mi sabiduría interna. Pero cuando me descentro, me asemejo al eneatipo 1 en su sombra: más crítico, rígido y exigente conmigo mismo y con los demás. Estar centrado es actuar desde tu esencia más auténtica, en equilibrio con tus emociones y pensamientos. Descentrarse, en cambio, es perder ese equilibrio, dejando que las reacciones impulsivas o las inseguridades te controlen. Si no te gestionas ni te conoces, es muy difícil elegir el camino hacia el centramiento. Cuando activas el piloto automático y todo parece urgente, el camino rojo de descentramiento se activa sin que te des cuenta. En mis mentorías uno a uno, ayudo a las personas a centrarse nuevamente, guiándolas con acciones específicas para que puedan regresar a su equilibrio y tomar decisiones más conscientes. El Eneagrama se convierte en nuestra brújula. El centramiento no es solo sentirte bien, es estar alineado con lo que realmente eres y vivir con propósito. ¿Y tú? ¿Cuándo te sientes más centrado?